AAP-90, pintura anticalórica para chimeneas y estufas

Pieza del artista Adríán Balseca.
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Pintura anticalórica AAP-90 en color negro aplicada sobre chimenea

Pintura anticalórica para chimeneas

En días de auténtico invierno, la lectura de un buen libro o la compañía con los seres más queridos al lado de una chimenea, resulta de lo más relajante.

Para ello, además de tener una chimenea en buenas condiciones técnicas gracias a una revisión anual. Elegir una pintura anticalórica adecuada a las características de la chimenea es crucial.

La pintura anticalórica AAP-90 es una solución recomendada para la protección y la decoración de las superficies ferrosas que conforman una chimenea. Es así, porque ha de resistir altas temperaturas en sus momentos de mayor combustión. El incesante arder de la madera provoca alcanzar umbrales elevados de temperatura, sin embargo, con la aplicación de la pintura anticalórica se obtiene una resistencia de hasta 600 °C.

Disponible en dos opciones de color, negro o aluminio. Según su elección, con tan solo alternar el color de la chimenea frente a la pared donde se ubica, o mover los elementos de alrededor, se consigue realzar la chimenea, y por tanto, decorar la estancia con un nuevo look.

A la hora de aplicar la pintura anticalórica, conviene comprobar el estado de la chimenea. Es recomendable, limpiar la superficie para descartar cualquier tipo de partícula no deseada. También, si la superficie es repintada, hay que eliminar el posible óxido y la pintura en mal estado. Removido el envase para diluir la pintura, se continúa su aplicación con pistola o brocha, dejando secar lo especificado para una óptima adhesión sobre la superficie.

Ya para finalizar, la instalación de una chimenea o estufa en un espacio concreto, debe tenerse en cuenta el tamaño y la potencia que se necesita según los metros cuadrados, el aislamiento del ambiente, el número de ventanas, etc. Por otro lado, los modelos de fuego más “rústicos” como las chimeneas de leña o pellets, generan residuos que las actuales del tipo gas o bioetanol no producen. En cambio, estas últimas no generan esa sensación de calma ni el olor tan característico que produce el crepitar de las llamas.

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